Te invitaría a que te escapes conmigo al fin del mundo, me gustaría tener la libertad de proponértelo, pero como árbol un día decidí echar raíces.
Son la razón de mi vida, seguramente sin ellas no sería lo que soy, son las que me sostienen en este mundo de cordura y aunque a veces este convencido de que la realidad es otra no puedo más que aceptar que soy árbol.
Tengo la ventaja de poder albergar a todos tipos de aves que como vos gozan de la libertad de poder volar, no pretendo que anides en mí, no quiero que ni por un segundo pierdas tu oportunidad de ver el mundo tal como yo en algún momento lo vi. Que en el aire aprendas todos los secretos para poder volar en cualquier cielo con la confianza suficiente para saber decidir con certeza que rumbo tomar, en definitiva que crezcas, porque aunque ya no seas un pichón es evidente que te falta crecer.
Solo me gustaría ser partícipe de una pequeña porción de tu vida. Si quieres descansar en mí, tengo las ramas frondosas para poder darte cobijo, puedo con ellas cubrirte del frío, de la lluvia. Si tienes hambre, puedo darte de mis frutos hasta que pase el temporal y puedas conseguir lo que en realidad necesitas.
-¿Mi recompensa?
Escucharte cantar solo eso…
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