Me divierto pensando las cosas que me suceden, las trágicas van con mucha ironía, las demás se defienden solas, escribo sobre éstas situaciones y solo a veces las comparto. Bienvenidos a Cuento con Poder!!!, pensamientos de un tipo común al que le suceden cosas comunes con miradas de cuento."

sábado, 10 de septiembre de 2022

Inclusivo...

   El eterno crecimiento emocional nos obliga a cambio radicales, tiende a llenarnos de dudas que en el intento de resolver nos entrelaza en situaciones  a veces dramaticas y otras cómicas.
 
  Tengo la costumbre de afeitarse por las mañanas, incluso  en  domingo.  

Soy de ese tipo de hombres que mientras duerme se le activa la parte salvaje y comienza a producir pelo facial que al parecer crece con cada ronquido.Todas las mañana me encuentro con el hombre lobo despeinado frente al espejo, al que trato de hermosear sin resultado positivo alguno.
  
  La estética es muy importante en la vida de cualquier ser humano, y una estrategia que aprendí a desarrollar desde muy temprana edad, fue la de intentar verme bien, ya que el formato de mi cuerpo está asociado a la bondad en  congruencia  con la suciedad. Es un pensamiento público que si el bondi va lleno y de repente aparece un olor desagradable de esos que amarga el paladar y hace lagrimear los ojos, la miradas acusadoras son para el gordo, por más que el que se haya desgraciado sea el de traje. Si bien es cierto que la mirada de los demás no debe ser importante  para vivir,  el gordo es culposo y se obliga a estar limpio y presentable no solo para esconder su gordura, sino para autoconvencerse que el pedo no se lo tiró él. Bueno por lo menos así pienso yo. 

   Me gusta estar bien, bien vestido, bien peinado, y bien gordo, y si hay algo que no soporto son los olores corporales, en mí  y mucho menos en otros. Con esto que voy narrar, se que más de uno pensará en discriminación, y la realidad es que somos así,  el católico descrimina al judio, el judio al negro, el negro al gordo y el gordo discrimina a todos. Esto que voy a contar es real y la realidad  no se puede ocultar, si alguno tuvo o tiene la oportunidad de comprobar mis dicho, podrá corroborar y sabrá de lo que hablo.
   
   Por aquella época trabajaba en Liniers y vivía en Laferrere. Una hermosa ciudad , gorda bien gorda pero sucia. Con anchas veredas llena de residuos y tierra, los cordones se asimila  a el collarcito de tierra humedad que se le junta a las personas con exceso de peso en el cuello.  Sin entrar en muchos detalles diré que la personas que allí  habitan no tienen mayor interés por la limpieza del lugar, y en la mayoría de los casos  ni la de ellos mismos. Se los puede ver deabulando por las calles del centro comiendo y produciendo  desperdicios, envolturas, hijos  sin ningún tipo de restricciones. Puedo asegurar que los perros son más limpios en aquel lugar ya que a diferencia de los que viven en capital, no cagan en la vereda  porque estan acostubrado a defecar en el pasto porque es lo que abunda, campo. Gorda, sucia, verde y gente,  mucha, muchísima  gente por todos lados.
   
 Para no desviarme demasiado del tema simplificare dejando un espacio para la duda y no voy a generalizar diciendo, todos, sino que aseguro que en Laferrere una gran mayoría de los habitantes son mugrientos.
   
   En mi travesía para llegar al trabajo debía tomar dos colectivos, el 180 hasta mataderos, que iba lleno de gente mal oliente, y el 80 que tiene otra categoría aunque suelen haber otro tipo de exepciones , cómo la de aquel día.
   
   Un día común, podría, ser martes o viernes, lo digo así porque son los días que me siento mucho mejor y más abierto a todo y porque son los días que me dan felicidad, el martes por no ser lunes, y el viernes porque es el último día laboral. La cuestión es que me levanto muy sobre la hora, pero como ya les conté no me voy sin afeitarme así que me rasuro a las apuradas, agarro el bolso y salgo a la aventura de viajar al trabajo. El olor a ajo, cebolla y transpiración vencida, aromatizan las cinco de la mañana, la ventaja de viajar entre tanta gente es que uno llega al destino haciendo y recibiendo masajes, si alguien sufre de soledad y falta de cariño con solo viajar en ese colectivo en cuanquier horario desde las cinco de la mañana hasta la doce del medio día,  descenderá del transporte  público con la autoestima bien alta, la ropa planchada y el cuerpo lleno de caricias. El tener la oportunidad de experimentar aquel espectaculo ultrasensorial lo prepara a uno para  conocer cada milímetro de su cuerpo y el cuerpo del otro.

  La capital  es un mundo aparte y el ochenta aunque arranca en los suburbios de la matanza, a espaldas del mercado central, pasa por la hija no reconocida de la capital federal,  sucia, drogadicta  y  con problemas de género, que le acarrea su nombre Lugano 1 y 2. En ese colectivo la gente tiene otro olor, otras características, otras costumbres. No son mejores ni peores, es otra cosa nada más. 

Allí lo ví,  la ví, o le ví. Parade junto a la puerta trasera del bondi, su androgena personalidad no dejaba de observarme. Busque entre mi ropa alguna mancha de chocolate o comida que le llamara la atención, pero definitivamente no era eso porque me miraba fijo a la cara. Su mirada penetrante lo decía todo, o nada, me abordo la incomodidad de no reconocer sus sexo, buscaba su nuez de Adán, cómo quien busca una respuesta clara en la Biblia, en la Tora o en el Coran.  

  Una situación, que de tan estúpida me hizo replantear mi existencia, porque me atraía, me cuestionaba, dudaba de mí. 

Cómo ya dije,. ese día me levanté tarde, me afeité con el cuidado de cualquier madre de Laferrere, no recuerdo el viaje en el 180, subí al otro bondi en la antigua plaza tellier, solo había cuatro o cinco personas paradas, entre ellos está la criatura  que me llamo la atención por su falta de definición, o por tantas  palabras todas juntas desordenada. 
Su desorden acomodaban mis pensamientos que cada ves se acercaban a una aceptación inimaginada, llegamos al lugar en dónde debía bajar y ya lo había decidido le pediría su número de teléfono, así que encare para la puerta y le dije:
- te puedo decir algo. A lo que respondió:
- discúlpame, pero a mí también me gustaría decirte algo, y continuo: es que es algo que me llamo la atención desde que subiste y no te podía sacar los ojos de encima. 

Mi mundo giro a la velocidad de la luz, generando una bandera de arcoiris en mis ojos. Nunca nadie se había atrevido a dirigirme la palabra en ningún lado. Los gordos generalmente somo ignorados, cómo los hijos de Maradona, los que dicen ver ovnis en Córdoba, los evangelistas, o lo que es peor nos dejan hablando solos como a los testigos de Jehová. 

Siguió con su relato: 
Pensé en no decir nada, por vergüenza, pero ya que te animaste a hablarme te lo digo...

Otra vez mi corazón latía a mil de solo imaginar un encuentro cercano con ella, él o elle, estaba dispuesto al cambio sin importame el pensamiento  de los demás ... 

Y fue entonces que largo la frase que hasta el día de hoy recuerdo cada mañana cuando estoy frente al espejo hermoseando al lobizon:

-Fíjate que temes espuma de afeitar en la oreja.

lo volvió a elegir

  Lo volvió a elegir, aunque hubiese preferido perder toda la bijuteria antes de descubrir el truco. Quizás apostaba demasiado a qué se le c...