Asoció a la ventana el agónico  estado en la que quedó mi alma después de haber perdido una batalla más contra el amor.
En ella puedo ver el paisaje autóctono de mis ideales con respecto a la vida en pareja que ha quedado desperdigados,  en pequeños trozos. 
A veces la vida se comporta como el viento,  intenta con su aliento de otoño amontonar las hojas en un rincón para que se pierda lo menos posible,  en ocasiones encuentra resguardo en el recodo de alguna huella,  pero no a quedado nada en pie,  entonces en remolino zascandilean una despedida desapareciendo en el horizonte.

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